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¿Qué es la hemofilia?

La hemofilia es un trastorno de la coagulación de la sangre hereditario y crónico, lo que significa que se transmite de generación en generación a través de los genes. Esta condición afecta principalmente a los hombres, ya que es causada por una mutación en el cromosoma X, y las mujeres tienen dos cromosomas X que a menudo pueden compensar la mutación en uno de ellos.

La hemofilia se caracteriza por una deficiencia en la capacidad del organismo para coagular la sangre de manera efectiva. En condiciones normales, cuando una persona se lesiona y sangra, se forma un coágulo de sangre para detener la hemorragia. Sin embargo, en las personas con hemofilia, este proceso de coagulación es deficiente, lo que significa que la sangre no se coagula de manera efectiva y las personas con hemofilia pueden sangrar durante un período de tiempo prolongado después de una lesión o cirugía. Estas hemorragias pueden ser leves, moderadas o graves, dependiendo del nivel de factor de coagulación que falta en el cuerpo.

Existen varios tipos de hemofilia, siendo la hemofilia A la más común, que se caracteriza por una deficiencia en el factor de coagulación VIII, y la hemofilia B, que es menos común y está relacionada con una deficiencia en el factor de coagulación IX. El tratamiento de la hemofilia implica generalmente la administración de factores de coagulación específicos que faltan en el organismo para controlar y prevenir las hemorragias. También se pueden ofrecer terapias preventivas para reducir el riesgo de sangrado. La atención médica y el manejo adecuado son esenciales para permitir que las personas con hemofilia lleven una vida normal y activa.

La hemofilia se clasifica principalmente en dos tipos principales: hemofilia A y hemofilia B. Estas clasificaciones se basan en la deficiencia de factores de coagulación específicos en el organismo.

Hemofilia A:

También conocida como hemofilia clásica.
Es el tipo más común de hemofilia, representando aproximadamente el 80-85% de todos los casos de hemofilia.
La hemofilia A se caracteriza por una deficiencia del factor de coagulación VIII (FVIII) en la sangre.
Los pacientes con hemofilia A pueden experimentar sangrado prolongado después de lesiones o cirugías, así como hemorragias espontáneas.


Hemofilia B:

También se llama enfermedad de Christmas.
Es menos común que la hemofilia A y representa el resto de los casos (alrededor del 15-20%).
La hemofilia B se caracteriza por una deficiencia del factor de coagulación IX (FIX) en la sangre.
Las personas con hemofilia B también tienen un riesgo significativo de hemorragias prolongadas.
Además de esta clasificación fundamental en hemofilia A y B, las hemofilias también se pueden categorizar según la gravedad de la deficiencia del factor de coagulación:

Hemofilia leve: Los niveles de factor de coagulación en la sangre son moderadamente bajos, lo que resulta en sangrado prolongado después de lesiones graves o cirugías, pero las hemorragias espontáneas son menos frecuentes.

Hemofilia moderada: Los niveles de factor de coagulación son más bajos que en la hemofilia leve, lo que hace que las hemorragias sean más graves y se produzcan con menos causa.

Hemofilia grave: Los niveles de factor de coagulación son extremadamente bajos, y las personas con hemofilia grave pueden experimentar hemorragias graves e incluso espontáneas. Este es el tipo más severo de hemofilia.

La hemofilia se transmite de dos maneras, y son las siguientes:

Cromosomas sexuales: Los seres humanos tienen 46 cromosomas en sus células, incluyendo dos cromosomas sexuales, que determinan el sexo de una persona. Las mujeres tienen dos cromosomas sexuales X (XX), y los hombres tienen un cromosoma sexual X y un cromosoma Y (XY).

Genes de la hemofilia: La hemofilia es causada por una mutación en un gen específico que codifica la producción de factores de coagulación en la sangre. Hay dos tipos principales de hemofilia: A y B, que están relacionados con mutaciones en los genes para el factor de coagulación VIII (FVIII) y el factor de coagulación IX (FIX), respectivamente.

Dado que los genes de la hemofilia están ubicados en el cromosoma X, la herencia de la enfermedad sigue este patrón:

Las mujeres portadoras: Las mujeres que heredan una copia del gen mutado en uno de sus cromosomas X son portadoras de la hemofilia. Normalmente, estas mujeres tienen un cromosoma X no afectado que produce suficiente factor de coagulación, lo que evita que manifiesten síntomas de hemofilia. Sin embargo, pueden transmitir el gen mutado a sus hijos.

Hombres con hemofilia: Los hombres tienen un solo cromosoma X y, si heredan un gen mutado en ese cromosoma, desarrollarán hemofilia. Esto se debe a que no tienen un cromosoma X no afectado que pueda proporcionar el factor de coagulación necesario.

Cuando una mujer portadora de la hemofilia se reproduce con un hombre que no tiene hemofilia, hay un 50% de probabilidad de que sus hijos varones hereden la enfermedad y un 50% de probabilidad de que sus hijas sean portadoras. Esta herencia recesiva ligada al cromosoma X es lo que explica por qué la hemofilia es más común en hombres que en mujeres.

El diagnóstico de la hemofilia implica una serie de pasos que incluyen evaluación clínica, pruebas de laboratorio y antecedentes familiares.

  1. Evaluación clínica:

    • El proceso generalmente comienza con una revisión médica y un examen físico completo del paciente. El médico recopilará información sobre los síntomas, la historia médica y cualquier antecedente familiar de hemofilia o trastornos de sangrado.
  2. Pruebas de sangre:

    • Las pruebas de sangre son esenciales para confirmar el diagnóstico de la hemofilia y determinar su tipo y gravedad. Estas pruebas incluyen:
      • Prueba de tiempo de sangrado: Evalúa el tiempo que tarda la sangre en coagularse.
      • Prueba de concentración de factor de coagulación: Mide los niveles de factor de coagulación específicos en la sangre (por ejemplo, factor VIII para la hemofilia A o factor IX para la hemofilia B). La concentración de factor de coagulación suele estar significativamente reducida en las personas con hemofilia.
  3. Pruebas genéticas:

    • Las pruebas genéticas pueden utilizarse para confirmar la presencia de mutaciones en los genes de los factores de coagulación (FVIII para la hemofilia A o FIX para la hemofilia B). Estas pruebas pueden ayudar a determinar el tipo exacto de hemofilia y proporcionar información sobre la mutación específica.
  4. Antecedentes familiares:

    • La historia familiar es crucial para identificar otros casos de hemofilia en la familia. El médico puede recopilar información sobre generaciones anteriores y otros parientes afectados.
  5. Evaluación de los síntomas:

    • La evaluación de los síntomas es importante para determinar la gravedad de la hemofilia. Los médicos pueden hacer preguntas detalladas sobre el historial de sangrado, como hemorragias espontáneas, hemorragias prolongadas después de lesiones o cirugías, y otros síntomas relacionados.

Una vez que se confirma el diagnóstico de la hemofilia, se pueden realizar pruebas adicionales para determinar la gravedad de la afección, que generalmente se clasifica como leve, moderada o grave según los niveles de factor de coagulación en la sangre.

El tratamiento de la hemofilia se enfoca en prevenir y controlar las hemorragias, así como en mejorar la calidad de vida de las personas con esta condición. Los tratamientos para la hemofilia generalmente incluyen:

  1. Reposición de factores de coagulación.

    El tratamiento principal para la hemofilia implica la administración de concentrados de factores de coagulación específicos para reemplazar los factores que faltan o están deficientes en la sangre. Las personas con hemofilia A recibirán factor VIII, mientras que las personas con hemofilia B recibirán factor IX. Estos concentrados se administran por vía intravenosa y ayudan a detener o prevenir el sangrado.
  2. Tratamiento preventivo.

    En algunos casos, especialmente en personas con hemofilia grave o en quienes tienen un historial de hemorragias frecuentes, se pueden administrar concentrados de factores de coagulación de forma regular para prevenir hemorragias. Esto se conoce como profilaxis, y puede reducir significativamente el riesgo de hemorragias espontáneas.
  3. Tratamiento bajo demanda.

    Cuando se produce una hemorragia, se administran concentrados de factor de coagulación según sea necesario para controlar el sangrado. Este enfoque se utiliza para tratar hemorragias agudas y lesiones.
  4. Terapias emicizumab.

    Emicizumab es un medicamento que se ha desarrollado para tratar la hemofilia A, especialmente en personas con inhibidores (anticuerpos que bloquean la efectividad de los factores de coagulación). Este medicamento se administra de forma subcutánea y ayuda a mejorar la coagulación de la sangre.
  5. Agentes antifibrinolíticos.

    En algunos casos, se pueden usar medicamentos antifibrinolíticos para prevenir la descomposición de los coágulos de sangre y reducir el sangrado.
  6. Tratamiento de apoyo.

    Además de la reposición de factores de coagulación, se pueden utilizar otras medidas de apoyo, como el uso de apósitos y compresión en caso de hemorragias superficiales. También es importante educar a las personas con hemofilia y a sus familias sobre la prevención de lesiones y el manejo adecuado de las hemorragias.
  7. Terapia física y rehabilitación.

    La terapia física y la rehabilitación pueden ser necesarias después de una lesión o cirugía para ayudar a restaurar la función y fortaleza en las articulaciones afectadas por hemorragias.

Las mujeres que tienen dos cromosomas X actúan como portadoras, lo que significa que pueden llevar el gen de la hemofilia, pero no desarrollar la enfermedad en sí mismas.

Sin embargo, hay algunas circunstancias excepcionales en las que las mujeres pueden verse afectadas por la hemofilia:

  1. Hemofilia en mujeres portadoras: Aunque las mujeres con un cromosoma X normal generalmente no desarrollan hemofilia, las mujeres portadoras de una mutación en el gen de la hemofilia en uno de sus cromosomas X pueden tener niveles de factor de coagulación más bajos de lo normal. En casos raros, esto puede resultar en síntomas de sangrado más leves o episodios de sangrado prolongado después de lesiones graves o cirugías. Estas mujeres se denominan “portadoras sintomáticas”.

  2. Herencia compuesta: En situaciones excepcionales, las mujeres pueden heredar una mutación del gen de la hemofilia en ambos cromosomas X. Cuando esto ocurre, pueden desarrollar una forma más grave de la enfermedad. Esto es extremadamente raro.

  3. Portadoras de la enfermedad en la familia: Las mujeres que son portadoras de la hemofilia pueden transmitir la enfermedad a sus hijos varones. Esto es una preocupación importante para las mujeres que tienen antecedentes familiares de hemofilia.

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